Hoy en día, se vive una controversia
entre alimentos transgénicos y alimentos orgánicos. Nos preguntamos cuáles son
mejores y por qué son mejores. Pero aún más importante que estas preguntas son
los problemas económicos y sociales derivados de dicha incompatibilidad entre
posturas. La hambruna existe en todo el mundo, la escasez de alimentos azota a
la población mundial e incluso los precios de los alimentos afectan a
consumidores y productores. Estos problemas afectan nuestra vida diaria e
incluso pone en peligro nuestro futuro. Necesitamos una solución para todos
estos problemas. Los alimentos transgénicos tienen la capacidad de erradicar
por completo estos problemas, en cambio, los alimentos orgánicos pueden crear
beneficios a largo plazo pero el efecto de corto plazo contrarresta y absorbe
dicho beneficio.
El siguiente trabajo
tratará de explicar por qué la plantación de alimentos transgénicos puede
ayudar al mundo ya que aumentan la capacidad productiva, incrementado recursos
y sanando problemas sociales presentes en diferentes comunidades. Tomando
diferentes estudios acerca de ambos tipos de alimentos, analizando ambas
posturas y comparando ventajas y
desventajas de ambos alimentos, buscaré el mejor alimento para resolver los
problemas antes mencionados. Estos problemas se reducen a ser económicos y
sociales. Se parte de un supuesto de que no hay evidencia suficiente para
clasificar cualquiera de estos alimentos como riesgosos para la salud. (Stewart 2000) De este modo,
podremos enfocarnos sólo a resolver la problemática económica y social como la
disminución de bienestar social, falta de precios competitivos, destrucción del
ecosistema, escasez de alimentos y costos de producción.
Peter Atkins e Ian Bowler
tocan algunos problemas relacionados con alimentos en su libro Food in society: economy, culture, geography. En él, dan una síntesis de
lo que está pasando en el mundo como la evolución de los alimentos, la
globalización y la industrialización de la agricultura. Mencionan el problema
del rápido crecimiento de la población mundial y el estancamiento de la
producción de alimentos. Destacan que la demanda de alimentos ya no puede ser
satisfecha totalmente. También son mencionadas la politicas que se tienen
respecto a los alimentos. Estas politicas son diferentes por cada región del
mundo y usualmente regulan la calidad de los alimentos. Por último, los autores
discuten las nuevas tendencias de consumo de alimentos. Casos como el
vegetarismo o el frugivorismo son
explicados y analizan sus respectivas éticas de los alimentos.
Según la Organización
Mundial de la Salud, un alimento u organismo transgénico incluye genes ajenos a
éste insertados en su ADN por diferentes vías. Estos organismos usualmente
contienen genes que les ayudan a protegerse y defenderse de ciertas
enfermedades o plagas e incluso de ciertos pesticidas. Por el otro lado, la FAO
sugiere que la definición de alimento orgánico puede ser distinta dependiendo
el autor, pero la mayoría concuerda que, básicamente, es un organismo que crece
con ayuda del ecosistema y nada más. Durante su producción carece de pesticidas
y fertilizantes sintéticos y depende sólo del medio ambiente. (Food and Agriculture Organization 2013) En resumen, podemos
decir que casi cualquier alimento que hoy consumimos es transgénico y muy pocos
son orgánicos.
Para combatir el problema
de la hambruna mundial, se han concluido varias soluciones pero creo que la más
importante es aumentar la producción de alimentos para poder satisfacer la
demanda. Este método generaría una mayor producción a gran escala y por lo
tanto conseguiría un mayor beneficio en otros temas que a su vez dependen de la
producción. (Atkins y Bowler 2001)
Para obtener una mayor
oferta agregada de alimentos, nuestra mejor opción es impulsar los alimentos
transgénicos ya que estos aumentan naturalmente la producción. (Atkins y
Bowler 2001) (Dietmar
Harhoff 2001) (Karlen DL
1995)
El cultivo de alimentos
transgénicos da mucho más toneladas de alimentos que el de los alimentos
orgánicos. En un estudio realizado entre dos de las cosechas más comunes, maíz
y soya, se encontró que el maíz transgénico crecía a un ritmo igual que el
orgánico pero al final de la cosecha sobrevivía más producto. (Pimentel D
2005)
Gracias al aumento de producto, nuestra oferta aumenta y no sólo eso, cuando la
oferta aumenta, los precios que el consumidor ve son menores sin afectar el
excedente del productor. (Dietmar Harhoff 2001) Además, el cosechar
alimentos transgénicos requiere de un menor nivel de capital humano (mano de
obra) y en cambio utiliza más energía convencional (financiada por el capital
monetario). Cuando se cultiva soya transgénica, se necesita menos tiempo al
cuidado de ésta aunque también se necesita mayor inversión monetaria, en
consecuencia, el capital monetario tiene
una productividad marginal mayor al capital humano, por lo que en nuestra
función de producción, optimizamos al producir más usando menos capital humano. (Pimentel,
Hepperly y James 2005)
Los precios que el maíz y
la soya transgénica sacan al mercado son mucho menores gracias al proceso de
producción con los que fueron cosechados, esto por consiguiente crea un mayor
beneficio económico tanto para el productor como para el consumidor. (Bertramsen SK
2002)
Pero estas soluciones no
vienen sin problemas, y algunos autores los han detectado y mencionado.
Mencionaré algunos ejemplos y cómo podemos erradicarlo y así obtener una
producción justa y benéfica.
El primer problema que
surge es el costo oculto de producción en alimentos transgénicos. El costo de
bienestar social puede ser equivalente a 45 billones de dólares sumando los
costos de exceso de fertilizante, contaminación adicional del medio ambiente y
erosión de suelos. (Pimentel D 2005) Este problema puede solucionarse
fácilmente usando una técnica hibrida que deje reposar el suelo antes de volver
a cosechar. Añadir componentes orgánicos antes de plantar los transgénicos
ayuda a la nutrición del suelo. (Cook 1988, Hoitink et al. 1991)
El segundo problema que
surge es que las investigaciones llevadas a cabo en Dakota del Sur muestran
evidencias de que la producción de maíz orgánico es mayor al del transgénico.
Esto a causa de la falta de nitrógeno y otros nutrientes en el suelo (Hanson et
al. 1990). Esta falta de nutrientes podría sustituirse por un periodo de reposo
más largo aunque puede que no sea necesario ya que el mismo estudio demostró
que en el caso de la soya, y otros granos en general, la producción no aumenta
ni disminuye. En el caso de que sea requerida la aportación extra de
nutrientes, el abono orgánico mantiene nutrido el suelo. (Vasilikiotis 2000)
El tercer y más grande
problema que señalaría es el precio de los alimentos. Para montar una granja de
alimentos transgénicos se necesita una inversión inicial mucho más grande, esto
eleva el riesgo de inversión. El riesgo de inversión aumenta de forma indirecta
los precios y puede que después de todo no bajen los precios hacia el
consumidor (Karlen et al. 1995). El riesgo de inversión debe de eliminarse
haciendo políticas públicas que fomenten el crecimiento de estas granjas o
faciliten los créditos agropecuarios. Los costos de producción que enfrentan
los agricultores de alimentos orgánicos son mayores y sus precios superan en un
40 hasta en un 1400% más que el del alimento convencional. De este modo, aunque
el precio de producción del alimento transgénico aumente, siempre será menor
que el de producir alimentos orgánicos. (Dobbs 1998, Bertramsen and Dobbs 2002,
New Farm Organization 2003).
Ambas posturas sobre la
resolución de nuestro problema inicial han sido expuestas. Después de
analizarlas, la solución es evidente. La solución radica en no tomar alguna de
estas posturas radicalmente. No se puede plantar un solo tipo de alimento. La
plantación de alimentos orgánicos tiene sus ventajas pero también sus fallas,
al igual que los transgénicos. No hay que tomar estas dos posturas como
sustitutas entre ellas, son posturas complementarias. Lo que carece el método
de plantar alimentos orgánicos lo fortalecen los transgénicos. Sucede lo mismo
inversamente. La mejor manera de aprovechar nuestros recursos y de resolver los
problemas económicos y sociales actuales sería plantar alimentos transgénicos
que involucren técnicas de cultivo propiamente orgánicas. Económicamente
hablando del lado del productor, ambos alimentos generan los mismos resultados.
Del lado del comprador el transgénico es más barato que el orgánico. No se ha
podido comprobar la superioridad cualitativa en ninguno de los dos. Los
alimentos transgénicos en su proceso de aumentar intensamente la producción de
cosechas pueden dañar el medio ambiente y desnutrir la tierra. Por otro lado,
los alimentos orgánicos crean inestabilidad en los precios de los alimentos.
Regularmente son más caros y técnicamente similares al alimento convencional.
La ventaja de los alimentos orgánicos es el cuidado que tienen del medio ambiente.
Esta ventaja se puede implementar cambiando el modo de cosechar los alimentos
transgénicos. Rotación en cosechas, cosechas híbridas y abono orgánico
mantienen los nutrientes del suelo. Con esto, se vence la problemática que surge
de ambas posturas y podría resolverse el problema de escasez de alimentos y la
inestabilidad de precios causados por los alimentos transgénicos y orgánicos
respectivamente.
Bibliografía
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Stewart, C. Neal,
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Christos. 2000. «Can organic farming "Feed the World"?» Berkeley
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