Susan
Stokes destaca tres principales problemas en el clientelismo funcionando dentro
de una democracia: crean un deterioro económico, disminuye la calidad de la
democracia y por último, sirve de instrumento para legitimar el poder de
dictadores y mando autoritarios. (Stokes 2009) .
Estos tres problemas afectan directamente a cualquier democracia. Cada uno de
ellos afecta de manera diferente y en sectores diferentes aunque todos básicos
para el funcionamiento del régimen.
Un
gobierno democrático tiene como objetivo principal la salvaguarda de sus
ciudadanos y trata de satisfacer sus necesidades básicas. El clientelismo busca
la obtención de favores por medio del intercambio de bienes con el gobierno.
Estos bienes incluyen, dinero, bienes materiales, e incluso exclusividad en
contratos. La práctica del clientelismo entorpece el crecimiento económico
desviando las prioridades del Estado. El Estado practicante de clientelismo ya
no se preocupa en las necesidades de sus habitantes. Los nuevos intereses del
Estado ahora son maximizar sus ganancias y mantenerlas. El Estado creará pactos
con el sector privado y atenderá la necesidad de éstos, enterrando el motivo
por el que fue formado.
Por
otro lado, la práctica del clientelismo puede desarrollar patronaje dentro del
gobierno. El patronaje consiste en repartir bienes públicos buscando favores
para llegar al poder. La repartición de bienes en ocasiones lleva a actores
pertenecientes al sector privado a puestos públicos. Dichos actores impulsarán
decisiones que favorezcan a sus empresas y no al bien común. Es en ese punto
donde el Estado deja de preocuparse por crecer económicamente ya que ve su
propio financiamiento en el sector privado. Ese financiamiento sólo puede
mantener a la burocracia corrupta y se logra a cambio de un precio demasiado
elevado.
Otro
punto que Stokes toca en su análisis es el uso del clientelismo como medio para
legitimar el gobierno autoritario. Desde la Edad Media, se ha discutido la
confiabilidad de los regímenes populares o democráticos. Maquiavelo señalaba
que la democracia era una máscara perfecta para un dictador ya que era muy
fácil manejar sus instituciones para legitimar su poder. Stokes menciona el
grave problema que causa el clientelismo; la compra de votos por poner un
ejemplo. La compra de votos, parte fundamental del clientelismo y el patronaje,
disminuyen la efectividad de las elecciones democráticas.
El
régimen autoritario se aprovecha de la compra de votos para mantenerse al poder
y poder seguir ejerciendo su poder. El clientelismo propicia esa práctica y
debilita la democracia. Con la compra de votos, el gobierno puede mantenerse en
el poder por un tiempo ilimitado y ser completamente legítimo. Es un problema
que ya señalaba Maquiavelo y al igual que otros autores, piensa que es la
debilidad más grande de la democracia. La compra de votos puede reducirse si
las necesidades básicas del pueblo están cubiertas y si existe una cultura
política decente. El poder autoritario normalmente maneja estas cuestiones por
lo que una vez que un gobierno practica el clientelismo desde la raíz es muy
difícil curar al régimen.
El
último punto de Stokes resume los puntos anteriores y agrega nuevos problemas
para la democracia. En un país donde una élite tenga un poder abrumador sobre
las decisiones será más fácil que el clientelismo prospere. El clientelismo
afecta a la democracia debilitándola en diferentes aspectos. Elimina las
ventajas de la democracia y puede llegar a transformar al régimen. Por medio
del clientelismo la cultura política del país se debilita. La compra de votos
reduce la participación ciudadana y desvía el interés de los votantes asignándoles
un precio. El poner un precio al voto, instantáneamente pone un precio a la
democracia. La situación se convierte en una compra de poder y el mejor postor
se lo lleva todo. Esto va en contra del principio de la democracia, el gobierno
del pueblo.
El
clientelismo puede incluso causar violencia y desestabilización en el orden
público. Las relaciones formadas por el clientelismo son las mismas relaciones
que el capitalismo establece en el intercambio de mercancías. Este sistema
consta de dos sujetos que intercambian bienes para aumentar su bienestar. En el
caso del clientelismo, el patrón paga por poder o un trato especial y el
cliente se lo vende. Este trato supone una garantía implícita dentro del
acuerdo. Estos tratos ganan más fuerza al ser tratos personales, como los del
clientelismo, además de la obligación del trato, se forma una “obligación
moral” con la otra parte. ¿Pero qué pasa si alguien no cumple con su parte del
trato? Al igual que en el capitalismo, alguna parte tratará de hacer válida su
garantía. El problema radica en que los acuerdos extraoficiales no tienen una
garantía explicita ni obedecen a los lineamientos de una convención. En este
momento es donde entra la violencia.
La
parte agraviada tratará de recuperar su inversión por cualquier medio que tenga
disponible, incluso si es violento. La introducción de la violencia a los
pactos del clientelismo crean una desestabilización en el orden público y
afectan directamente a la sociedad. La confianza en el régimen disminuye
ocasionando una calidad menor en las elecciones e incluso creando apatía
política en la sociedad.
Piattoni
realiza un análisis enfocado a los intereses dentro de la democracia. Dentro de
su trabajo, Piattoni expone dos soluciones a los problemas que el clientelismo
evoca en la democracia. Dichas soluciones se relacionan directamente en cómo
afectan los diferentes intereses la calidad de la democracia.
La
primera solución la llama “solución británica”. Esta consiste en crear una
democracia semejante a la de Inglaterra en donde a pesar de existir varios
partidos con diferentes intereses, todos siguen un lineamiento general. De esta
manera, los partidos políticos pueden llegar a resoluciones de una manera más
fácil sin perjudicar a ningún grupo minoritario. Esta solución presenta un
problema en países que tienen un espectro político demasiado amplio. En una
región donde exista una izquierda radical y al mismo tiempo una derecha
radical, difícilmente se podrán canalizar los intereses hacia una sola meta. En
Inglaterra funciona esta solución ya que no hay una diferencia social de clases
muy marcada pero en países en vías de desarrollo, la solución no tiene cabida.
La
segunda solución que propone la doctora Piattoni la llama “solución sueca”.
También menciona una tercera solución que llama “solución holandesa” pero
deriva de la segunda y son similares entre ellas. A diferencia de la solución
británica, estas dos soluciones no buscan armonizar los intereses individuales
en intereses colectivos por medio de partidos políticos “homogenizados”. La
solución sueca consiste en agrupar los
intereses individuales en grupos funcionales a manera de un corporativismo. La
solución holandesa canaliza los intereses individuales en subculturas
ideológicas en lugar de grupos funcionales. Piattoni pone en duda las tres
soluciones porque según ella incluso los territorios que adoptaron y crearon
esas soluciones están poniendo en duda su funcionalidad. (Piattoni 2001)
La
democracia es una herramienta poderosa para el pueblo y sirve como mediadora
del poder. Es considerada como la forma de gobierno más justa por estudiantes
del poder y en la actualidad está casi presente en todo el mundo. Sin embargo,
el clientelismo es una enfermedad mortal para la democracia ya que no sólo la
debilita si no que puede acabar con ella. Erradicar la práctica del
clientelismo es una tarea difícil como se ha demostrado hasta el momento pero
hay esperanza de poder erradicarla.
Bibliografía
Hilgers, Tina.
«Clientelism and conceptual stretching.» THeory and Society, 2011:
567-588.
Piattoni, Simona. Clientelism,
Interests and Democratic Representation: The European Experience in Historical Perspective. Cambridge: Cambridge University Press, 2001.
Sobrado, Miguel. «Organizational Empowerment versus
Clientelism.» Latin American Perspectives, 2002: 7-19.
Stokes, Susan. «Political Clientelism.» Handbook of
Comparative Politics, 2009.
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