jueves, 10 de julio de 2014

¿Por qué el clientelismo afecta la calidad de la democracia?


Susan Stokes destaca tres principales problemas en el clientelismo funcionando dentro de una democracia: crean un deterioro económico, disminuye la calidad de la democracia y por último, sirve de instrumento para legitimar el poder de dictadores y mando autoritarios. (Stokes 2009). Estos tres problemas afectan directamente a cualquier democracia. Cada uno de ellos afecta de manera diferente y en sectores diferentes aunque todos básicos para el funcionamiento del régimen.

Un gobierno democrático tiene como objetivo principal la salvaguarda de sus ciudadanos y trata de satisfacer sus necesidades básicas. El clientelismo busca la obtención de favores por medio del intercambio de bienes con el gobierno. Estos bienes incluyen, dinero, bienes materiales, e incluso exclusividad en contratos. La práctica del clientelismo entorpece el crecimiento económico desviando las prioridades del Estado. El Estado practicante de clientelismo ya no se preocupa en las necesidades de sus habitantes. Los nuevos intereses del Estado ahora son maximizar sus ganancias y mantenerlas. El Estado creará pactos con el sector privado y atenderá la necesidad de éstos, enterrando el motivo por el que fue formado.

Por otro lado, la práctica del clientelismo puede desarrollar patronaje dentro del gobierno. El patronaje consiste en repartir bienes públicos buscando favores para llegar al poder. La repartición de bienes en ocasiones lleva a actores pertenecientes al sector privado a puestos públicos. Dichos actores impulsarán decisiones que favorezcan a sus empresas y no al bien común. Es en ese punto donde el Estado deja de preocuparse por crecer económicamente ya que ve su propio financiamiento en el sector privado. Ese financiamiento sólo puede mantener a la burocracia corrupta y se logra a cambio de un precio demasiado elevado.

Otro punto que Stokes toca en su análisis es el uso del clientelismo como medio para legitimar el gobierno autoritario. Desde la Edad Media, se ha discutido la confiabilidad de los regímenes populares o democráticos. Maquiavelo señalaba que la democracia era una máscara perfecta para un dictador ya que era muy fácil manejar sus instituciones para legitimar su poder. Stokes menciona el grave problema que causa el clientelismo; la compra de votos por poner un ejemplo. La compra de votos, parte fundamental del clientelismo y el patronaje, disminuyen la efectividad de las elecciones democráticas.

El régimen autoritario se aprovecha de la compra de votos para mantenerse al poder y poder seguir ejerciendo su poder. El clientelismo propicia esa práctica y debilita la democracia. Con la compra de votos, el gobierno puede mantenerse en el poder por un tiempo ilimitado y ser completamente legítimo. Es un problema que ya señalaba Maquiavelo y al igual que otros autores, piensa que es la debilidad más grande de la democracia. La compra de votos puede reducirse si las necesidades básicas del pueblo están cubiertas y si existe una cultura política decente. El poder autoritario normalmente maneja estas cuestiones por lo que una vez que un gobierno practica el clientelismo desde la raíz es muy difícil curar al régimen.

El último punto de Stokes resume los puntos anteriores y agrega nuevos problemas para la democracia. En un país donde una élite tenga un poder abrumador sobre las decisiones será más fácil que el clientelismo prospere. El clientelismo afecta a la democracia debilitándola en diferentes aspectos. Elimina las ventajas de la democracia y puede llegar a transformar al régimen. Por medio del clientelismo la cultura política del país se debilita. La compra de votos reduce la participación ciudadana y desvía el interés de los votantes asignándoles un precio. El poner un precio al voto, instantáneamente pone un precio a la democracia. La situación se convierte en una compra de poder y el mejor postor se lo lleva todo. Esto va en contra del principio de la democracia, el gobierno del pueblo.

El clientelismo puede incluso causar violencia y desestabilización en el orden público. Las relaciones formadas por el clientelismo son las mismas relaciones que el capitalismo establece en el intercambio de mercancías. Este sistema consta de dos sujetos que intercambian bienes para aumentar su bienestar. En el caso del clientelismo, el patrón paga por poder o un trato especial y el cliente se lo vende. Este trato supone una garantía implícita dentro del acuerdo. Estos tratos ganan más fuerza al ser tratos personales, como los del clientelismo, además de la obligación del trato, se forma una “obligación moral” con la otra parte. ¿Pero qué pasa si alguien no cumple con su parte del trato? Al igual que en el capitalismo, alguna parte tratará de hacer válida su garantía. El problema radica en que los acuerdos extraoficiales no tienen una garantía explicita ni obedecen a los lineamientos de una convención. En este momento es donde entra la violencia.

La parte agraviada tratará de recuperar su inversión por cualquier medio que tenga disponible, incluso si es violento. La introducción de la violencia a los pactos del clientelismo crean una desestabilización en el orden público y afectan directamente a la sociedad. La confianza en el régimen disminuye ocasionando una calidad menor en las elecciones e incluso creando apatía política en la sociedad.

Piattoni realiza un análisis enfocado a los intereses dentro de la democracia. Dentro de su trabajo, Piattoni expone dos soluciones a los problemas que el clientelismo evoca en la democracia. Dichas soluciones se relacionan directamente en cómo afectan los diferentes intereses la calidad de la democracia.

La primera solución la llama “solución británica”. Esta consiste en crear una democracia semejante a la de Inglaterra en donde a pesar de existir varios partidos con diferentes intereses, todos siguen un lineamiento general. De esta manera, los partidos políticos pueden llegar a resoluciones de una manera más fácil sin perjudicar a ningún grupo minoritario. Esta solución presenta un problema en países que tienen un espectro político demasiado amplio. En una región donde exista una izquierda radical y al mismo tiempo una derecha radical, difícilmente se podrán canalizar los intereses hacia una sola meta. En Inglaterra funciona esta solución ya que no hay una diferencia social de clases muy marcada pero en países en vías de desarrollo, la solución no tiene cabida.

La segunda solución que propone la doctora Piattoni la llama “solución sueca”. También menciona una tercera solución que llama “solución holandesa” pero deriva de la segunda y son similares entre ellas. A diferencia de la solución británica, estas dos soluciones no buscan armonizar los intereses individuales en intereses colectivos por medio de partidos políticos “homogenizados”. La solución sueca consiste  en agrupar los intereses individuales en grupos funcionales a manera de un corporativismo. La solución holandesa canaliza los intereses individuales en subculturas ideológicas en lugar de grupos funcionales. Piattoni pone en duda las tres soluciones porque según ella incluso los territorios que adoptaron y crearon esas soluciones están poniendo en duda su funcionalidad. (Piattoni 2001)

La democracia es una herramienta poderosa para el pueblo y sirve como mediadora del poder. Es considerada como la forma de gobierno más justa por estudiantes del poder y en la actualidad está casi presente en todo el mundo. Sin embargo, el clientelismo es una enfermedad mortal para la democracia ya que no sólo la debilita si no que puede acabar con ella. Erradicar la práctica del clientelismo es una tarea difícil como se ha demostrado hasta el momento pero hay esperanza de poder erradicarla.


Bibliografía
Hilgers, Tina. «Clientelism and conceptual stretching.» THeory and Society, 2011: 567-588.
Piattoni, Simona. Clientelism, Interests and Democratic Representation: The European Experience in Historical Perspective. Cambridge: Cambridge University Press, 2001.
Sobrado, Miguel. «Organizational Empowerment versus Clientelism.» Latin American Perspectives, 2002: 7-19.

Stokes, Susan. «Political Clientelism.» Handbook of Comparative Politics, 2009.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario